Saturday, February 23, 2008

Poema de los hombres indormibles.

Yo.

Yo escribo temas como un tipo culpable, que pasa; muy suavemente, los dedos angustiados de cada una de sus manos; por sus labios, sólo para atormentarse cada vez más, al no encontrar otra cosa que palabras a medio decir y pedazos sucios de un beso que ha quedado atrás...

Complemento mis días con algo para comer, líquidos derramados sin placer, agitados sobre mi estómago y hago el amor cuando no sé que decir, porque para eso es el amor... y nada más.

Generalmente no sé que decir.

Monday, February 18, 2008

Ventiladores azules


Estás triste por estar sola?

Yo también he estado triste por estar solo, se me desfigura el rostro... olvido como escribir algunas palabras, necesarias para esta ocasión y me ataco despacio, intentando no perder el tiempo.

... aún no consigo imperfeccionar las imágenes de ti, cuando no estás.

A veces me pregunto en la oscuridad, y no me respondo; he despertado miles de veces en lugares ajenos a mi habitación, tal vez en algún acolchado, tirado en cualquier lugar del país... muriendo de calor.

Los espejos en casa me ven comer, a pesar de mi temor de mí; no corro, correr sería cobardía, creo que me prefieres ver muerto. Conversarías con mis huesos hasta hacerlos llorar y de los gusanos ni hablar, comerías de mis restos por haberme perdido y te desarticularías en fragmentos retorcidos y pedazos mártires de vacío, que sin duda son capaces de hacerme eyacular, cuando los dejas de lado; siempre descuentas mis historias, mis problemas y mis fotos, las ocultas tontamente y me borras de los días en que estuvimos juntos, cuando estás a mi lado.

Te borras y entonces, cuando llueve, siento que te extraño, a pesar de no haberte visto nunca, pero sólo en los casos en que me convenzo de no haberte visto nunca, sino sería estúpido; poco a poco se ha vuelto necesario.

Empiezo a decir cosas que nunca terminaré de decir, mis pensamientos se acentúan en mi oscurecida piel y mis parpados se cierran, mientras yo busco, en mis recuerdos, las palabras que me faltan, para decirte las cosas que no logro decir; me atormento, hago ruido.

Empiezo a pensar cosas que nunca terminaré de pensar, hasta perder los cabellos de mi mano y sentirme un ser desagradable.

Empiezo a sentir cosas que nunca terminaré de sentir, sonrío desquiciadamente, por temor a la felicidad y muero de calor, porque morir de otra cosa no da, a menos creo que fluyo, recorro mi cuerpo con tu mirada, te vuelo los sesos y veo como mi cabeza abierta, está inmóvil en el pavimento, ya no me puedes hablar, porque mis palabras terminaron para siempre, porque tus palabras están de más, como tú en mi vida y tus caricias en mi piel; ya no puedes hacer nada, ya no podemos ni siquiera respirar y de a poco, olvidamos torpemente, la manera en que solíamos caminar. Nos vamos volviendo idiotas y evitamos, en silencio, mirar para atrás, maldecimos a los espejos, somos tan iguales que reventamos de placer, siempre un poco más.

Reventamos los espejos, colgamos de ventiladores azules.

Nos reventamos demasiado, nos hacemos daño, nos alejamos y morimos; nada novedoso.


ps: (De tanto inventarte, puedo decir, que le hice una mujer al amor.

La mayoría de las personas que admiro están muertas y yo quiero ser como ellos.)

No sientes antes de entenderlo?, porque a mi me caen muchas cosas pesadas sobre la cabeza, incluso cuando me escondo para evadirlas.


.jhn.
después de todo creo que te has ido haciendo innecesaria.
cosas GORDAS
Te drogas y te masturbas, sin saber qué hacer, percusiónas oblicuamente, como queriendo acelerarte por segundos, obviando un estallido corazonal, o cosas por el estilo: que simulan la realidad.
Acepto que corrí, de manera despavorida, fui una prosopopeya, deseosa (aunque debería decirse deseante), de alivianar, en las noches frías, la conjugación del verbo amar.

Es un verbo traicionero.

Al final, mi corazón estalló y para decirlo mejor sobre mi, narrando en primera persona, siento como que me tiemblan las manos y lentamente me comienzo a adormecer:

Boom, te aceleraste por segundos y de tanta estimulación, no sabes si te drogas o te masturbas.

John roth alonso pitty, mejor conocido como john roth alonso pitty.
No Hay Prosa (como queriendo vomitar)

El señor que se encarga de apagar la luna por las mañanas empieza a trabajar, temprano por la tarde, al caer el sol... sobre tu cabeza. Suenan algunos relojes, despertadores vacíos, a lo lejos: como un ave maría mal recitado, de forma descontrolada, en momentos no católicos, cuando apostamos por correr, salvando con cuidado nuestro ausente corazón, porque es más lindo así.

Mientras, algunos vuelan su cabeza. (bang)

La familia Sánchez está atrás, yo estoy aquí, con otros muertos solos, medio locos por las cosas pares que contamos sin cesar. Algunos creerán que he encontrado la paz, pero por algún extraño motivo no puedo evitar decir; mordiendo mis ojos para no llorar: odio que las cosas siempre estén en el último lugar en que las busco. Sería más sencillo al revés.

Los muertos:

Con ese defecto característico en nuestros ojos, mirando hacia lugares distintos, cuando realmente vemos un solo lugar. Todos tuertos y descalzos, buscando gotas caídas de tu cuerpo, notablemente imperfecto, como los que me enloquecen al pensar; flotamos.

Quién diría que yo algún día, me iba a volcar (sin hacer movimiento alguno, sin mirar mis espaldas, ni las armas escondidas en casa, por si algún día se me complica todo y se vuelve necesario escapar), sobre mi cuerpo inmóvil, escribiendo en mi computador, desangrado.

Cosas de cobardes.

Enciendo el televisor hasta enloquecer, hasta perder la razón, de la misma forma en que te perdí a ti...

Mirarme, por cuestiones de actitud y falta de personalidad.

Seguramente miles de personas mueren mientras leas está línea.

Los muertos morimos de frío y de ganas morir.
Los muertos andamos despacio, evitando deshacernos y dejar nuestras carnes podridas por ahí.

A veces, en silencio, entonamos canciones de verdad, cuando el señor dios se encarga de otras cosas y nosotros nos podemos divertir. Me han dicho que en otros lugares los muertos aún pueden hablar; moriría por estar allí y decir todas esas cosas que disimulo como idiota, por temor a tus espaldas, giradas rotundamente ante mis ojos, segundos después de escucharme hablar.

Los muertos mueren dulcemente, soñando siempre con poder vivir, todos los días, todas las noches, todos los besos y las caricias que dejé en tu cuerpo.

Eso y algunas cosas más, mientras el señor dios continúa distraído y en una esquina de el cementerio, los muertos más jóvenes se drogan, después de hacer el amor.

El muerto, es un tipo de considerable acción, la prosa en sus manos; sus manos, en cualquier lugar. Se queja por las noches de la soledad, de un cementerio tan complejo, de otros muertos de mal olor... dice cosas alocadas, como queriendo vomitar.
Pensé que podía ocultarme tras mi mano.

Me intenté hacer el estúpido, hablando cosas sin sentido y sintiendo cosquillas en mi garganta, cuando los gusanos empezaban a escalarme, desde adentro, por mi parte vacía.

Recuerdo haber intentado inmovilizarme, te miré fijamente para darte seguridad, me di la espalda y corrí por las calles sin salida; escapé de tus miradas, hasta quedar totalmente solo, lo suficiente como para sentirme, ahora, perdido. Pero disfruto de esas cosas extrañas de las que suelo disfrutar, me diluyo para perder consistencia, entre botellas que veo y están vacías. Entre recuerdos que me debilitan los pelos y atentan, vehementes, contra mi estabilidad emocional y mi equilibrio... cuando camino.

Como cuando nos vemos desde lejos, a través de algún vidrio sucio, yo puedo imaginarte: incapaz de cerrar los ojos, para empezar a ver.
Definitivamente alcalino.
Podría suscitarse. Ese cambio momentáneo de lenguas, cuando parecen ser una sola, sin entender lo que se quieren decir.

Aunque no quieran decirse nada.

Imaginé a miles corriendo, intentando prestarse atención, sin confundirse entre la aglomeración de cuerpos con vida, tú: sin duda, estabas allí. Escuchabas palabras ajenas a tus orejas, exactamente igual que todos los demás, porque fuimos presa de millones de letras agarradas de las manos, mientras intentábamos deshacernos de nuestra atropellada soledad, como por autoinmóviles gigantes, que intentan tirar de tus pies mientras duermes, sin moverse de donde están estacionados.

Tantos líquidos desperdiciados, por nuestra estúpida incapacidad, para decir adiós. Sólo había que decirlo.

Esos días: yo soñaba barcos de mi vida, porque es más fácil decir que dios existe, cuando intentas conseguir pedazos de redención; casi olvido que el tiempo corre, esquivándome, para evitar todas mis preguntas... sobre todo aquellas en las que menciono las cosas malas que podría estar haciendo dios si existiese.

Pero envía hijos.

Yo; como casi todos los demás, salpicaba a la gente con mi cuerpo, sobre todo cuando no tenía nada que hacer: (con mi cuerpo), que se diluye en silencio, siempre en el lado contrario de la vida, en que apareces, para mí: tú!

Yo me preparo cigarros que dan risa y que gasto, en mi boca, porque me parece seductor no entenderte, mucho más cuando el frío es sólo imaginable, de entre tanto calor que nos dimos, para evitar congelarnos de amor.
Detesto que la palabra lluvia se escriba así.
Su sombra no intentaba disimular, jamás pensó en preguntarle si había muerto, lo deducía por su estatismo y por su inexplicable sonoridad; sin embargo, las cosas así son difíciles de aceptar, es como contar camisas con mucho calor, una y otra vez, hasta morir por deshidratación.

Repito que su sombra no quería disminuir, que trataba de escapar sin conseguirlo y de aceptarse en su incomoda situación, sin saber hasta cuándo, sintiéndose estéril, ante tanta duda y un cuerpo sin vida a sus pies, que no reclamaba por redención.

Cualquiera hubiese corrido hacia todos lados a la vez, sin tener cuidado de sus otros “yos”: corriendo hacia todos lados a la vez.

Una sombra es una sombra... y muchas cosas más; la silenciosa compañera de los momentos con luz, aquella que depende de tu mano en movimiento, de insectos en tu boca y de tus dientes al caer. Siempre lastimada, excluida y con muchas ganas de vomitar; de detestar el calor insoportable, en estos meses de la vida.

El calor también es un arma de doble filo, sobre todo justo antes de llover, cuando el cielo repentinamente se torna oscuro y se empieza a derramar, por los lugares en que caminas y la mierda de perro sobre ellos, al pasar.

Esta tarde el calor divagó tanto que se atormentó (de convertirse en tormenta), se aburrió de mi enojo y seguramente de mi mala cara, además; porque yo también me aburro del calor y de la mala forma en que nos mira y lo ataco a escondidas, cuando ninguno de ustedes me ve. A veces gano, pero cuando pierdo: me voy por ahí, atormentándome en cada esquina, caminando hacia la parada de algún maldito autobús.


“a veces debería llover en reversa,
para entender el otro lado de la lluvia;
a veces debería llover de espaldas,
para evitar que nos suicidemos de tanta alegría;
a veces debería llover para siempre,
pero sólo a veces o sólo para siempre”: dijo la sombra... y desapareció.




Brownies inteligentes.
John
DIOS

De dios pienso cosas extrañas y maquino todo el día, para evitar pensar que me ve, sin que yo lo pueda ver, sin ver el rostro de dios y sin revelar su identidad.

Y si no somos todos parte de él... eso me confunde, por lo que prefiero pensar cosas extrañas de dios, quien tal vez pueda depender de nosotros. Me hago el de oídos sordos, frente a las rojas palabras que susurran suavemente, a mi rededor.

Llueven campanitas, de sonidos agradables; cierro mis ojos y mi cabeza empieza a rodar, para el lado contrario, hacia el que rueda mi cuerpo.

A veces dios se confunde cuando dudamos y aplaude desconcertado; para enmudecer nuestras preguntas al sonar.

Dios se confunde con nuestros orgasmos y nosotros: nos confundimos de dios.

Moriré, al morir, cuando lentamente muera... mientras muero, con los ojos abiertos y personas por ahí; ...

... donde sea.

Pero, qué sería del cielo sin dios y sin el amor, que tal vez le hiciste a dios mientras, con tus ojos cerrados, te drogabas!



PS:
No busques simplemente más palabras por decir. Siempre sobran y me aburren, se me entierran en la oreja, en la gran oreja y me destruyen... y mis ojos, quietamente, se salen de su cavidad, para asustarme mirándome de lejos, porque me muevo torpemente, cuando no puedo ver.
Niee Joh, tu uretra?
Los Autos

El cielo está cubierto de botellas, miles de ellas, no estrellas, botellas.
Rota, en la ventana, en la parte oscura de la noche; ella camina despacio, sin violentar el silencio, descalza, sin zapatos, desnuda, sin camisa, sin abrigo, sin nada... sin apuros.

Más desnuda que los ojos congelados de un escritor imposible, que sacude su cuerpo de forma extraña, cuando cree que nadie lo ve, para zarandear millones de agujas, clavadas en su corazón izquierdo. De esas agujas que: aguijonean la forma estrepitosa en que sueles palpitar; cuando el mundo se vuelve estúpido por décadas y parece joder tus ideas, maltratarte la sien.

Sin bajar la cabeza dos chicos, muy chicos, miran al suelo, van como zombis y no llevan sombra, en sobres de papel añejo, sienten que sus almas se calcinan, no ven los golpes con la insondable proximidad que demuestran, el dolor: no existe, se les ha madurado el pellejo, la vida y las ganas de morir.

Demasiadas personas, extrañas, caminan de la mano, en un ambiente pesado, en dos ambientes pesados, tres ambientes pesados, sí! tres ambientes pesados, es un número redondo y podría funcionar, un poco más que los golpes en mi cabeza que me han ido haciendo lento, leve de mente y espejista. Me han ido haciendo mentira y realidad, burbujas en la boca, millones de blancas burbujas, que se roban mis palabras, cuando intento decir algo, cuando intentome emitir.

Y no me emito, ni palabras, absolutamente nada, absolutamente. Alguien mira el cielo y contempla las botellas; autos danzan despiadados, bajo la desatinada lluvia, desfallecida toda, sobre el lugar de casa llamado comedor, donde nunca comemos... las cosas podrían estar peor.

Algunos van en autos, donde todo es igual, vuelan y se estrellan sutilmente por doquier. Pierden sus partes de metal, se vuelven nada y sus pasajeros en pedazos: extravían todos, su vida, el cabello, tu piel.

Autos voladores que no existen, que de niño me hicieron soñar; autos oxidados por el tiempo, llenos de combustible, prestos a ser incendiados; por algún idiota como yo.

No es un barrio muy confuso, cada quien en su lugar, las ratas pronto volarán hasta mi casa y me robarán las pocas cosas que me quedan por comer. Cuando eso suceda no sé que haré, tal vez vuele detrás de las ratas, a robar comida por ahí; mientras trillones de autos continúan estrellándose, ya no tan sutilmente, casi todos en reversa, color a nada y soledad. Se acompañan entre ellos, se acompañan a morir.

Quién contó lo sucedido; aún en casa está el comedor, nadie pasa por allí, las ratas divagan por la ventana, que está cerrada para que no entre el sol y también por privacidad. Suenan los autos que se estrellan, vuelan todos por ahí y sus cuerpos, tras de ellos...

Así son los autos, siempre han sido iguales sobre todo en el calor.

Todo se da vuelta, si volteo mis espejos, incluyendo las paredes de tu cuerpo, como al sentarnos en los autos: automóviles inmóviles, que atacan, a pesar de su estatismo y sus ganas de estallar.

En tu cara!

Se encienden solas las luces de mi casa, algo que no se ve, trata de bañarse...
Las cosas deberíamos flotar.
Cuando niño, algún niño me dijo en silencio
Gravitacionar en aspectos deformes, enormes pedazos de lienzo, atrapando tus trazos, gimiendo al saberte muerto, al saberte muerto y pintar.

Que bien que suenan los relámpagos(1), “la puta madre” y las palabras que de la boca no salen, cuando necesitan salir. Como artefactos livianos y de calcinante arista, que te rompen los sueños, cuando estás por dormir.

El mundo sonríe delante de mi, jesuses de plástico en cada esquina, sangrantes cruces sobre sus espaldas, golpes fuertes contra mi cabeza, cabezas rotas y en descomposición, rojo, verde y azul, círculos que se me forman cuando me consigo desvanecer.

Y así somos yo y mis amigos, tipos simples de unas cuantas cervezas, mentes dignas de algo.

(1) los relámpagos no suenan.




“Cuando el hombre quiso imitar el andar, creó la rueda, que no se parece en nada a una pierna.”
Diálogo, converso.

(me efectúo, me practico)

A: de qué hablas cuando no me miras.
B: de nada en particular.
A: mientes, no me miras, hablas distinto.
B: dientes, no deliras, me habías distinguido.
A: entiendo... (llanto enfermo)
A:... lo siento, lo siento mucho, adiós. (sonrisa repentina y burlona)

Los pensamientos anarcas, pueden no escaparse hacía el terreno adyacente (exterior), de tu boca, ni por amor, ni dinero; caramelos derretidos, personas totalmente idiotas, insignificantes palabras y caricias violentas. Pequeñas palabras en letra minúscula... muy pequeñas, como lo que queda de ti en mi, desde el momento en que te perdí de vista, mientras merodeabas por mi habitación.

Habitaciones es mejor, mis.

Debes haber saltado, muy fuerte, hacía el ventilador gigante, que expediciona redondamente (como drogado, sin entender), en la parte de arriba de mi casa, donde a veces se destacan las estatuas, situadas al revés y a punto de vomitar… para toda la vida.


Como volar en el agua, con alas gigantes y cigarros que no se apagan nunca.
Drogas en esexo

El humor se evapora, los nombres también; en estos días calurosos no hay nada mejor que dejar de respirar, algunas cosas más y medicinas. En casa, insoportado por lo que le cuento al espejo, decido correr de espaldas.

Dejan de haber estatuillas confusas en el techo, dejan todos de llorar, se apagan las luces al dormir, se vuelve al estado aburrido de la sobriedad... por algunos momentos, nada más; siempre, “para siempre”, suena estúpido.

Los nombres detrás de nuestros nombres parecen no querer estar, nos apodamos para irreconocernos, como cuando pensamos en nuestro aspecto al revés.

He escrito tu cuerpo; poro por poro, dedo por dedo, ojo por ojo y sin aliento, acepto, que no te puedo leer.

La huida de mis amigos, mi escapismo reformulado y la falta de un aire acondicionado en casa, me han hecho sentir solo y sin abrigo (porque sería absurdo en estos días).

A veces pienso que no concuerdo con tus ojos cuando nos miramos frente a frente, tal vez son cosas raras de las que suelo imaginar, al notar que no concuerdo con tus ojos cuando nos miramos, frente a frente.

Son cosas que tu y tu madre deberían saber.

Por eso, si miras a través del sanitario de casa, mientras gira y gira sin parar, como una calesita descontrolada; y escuchas frases coherentes, exactas y lógicas, repetirse, dislocadas, delante de ti; debes estar perdiendo la razón.

Si las frases son desequilibradas, todo está bien.

Así son la bicicletas, los paraguas y alguien más.


Algunos llevan a dios en el bolsillo, otros no.

Ps: coca cola no rules. (al espejo, a las once, en lo que pienso, cuando pienso en no pensar.)

Es todo tan distinto, alejado del ventilador: creo que alucino del calor.
Rock’n’Roll y pastillas, alimento del alma vacía.

Demasiadas veces esquivando la potencia de tus palabras desordenadas; columpiándome con la sinceridad de una contradicción circunstancial, cuando todo termina y miras alrededor: los espejos te engañan, te hacen sentir feliz, en orden.

Despiertas por un par de horas, para volver a dormir, sonríes por necesidad... tus dientes, poco a poco se ennegrecen, se caen, se derrumban sin que puedas hacer algo. Cierras la boca, dejando de lado tu sonrisa.

Podrías espiarme mientras duermo y leer todas las frases escritas en los rincones desnudos de mi soledad, fácilmente, sin anteojos, sin seguridad; aguardaré dormido mientras pueda, las puertas están abiertas, tus aventuras faciales y tu pelo, se desploman sin misericordia y cuando piensas en ti mismo: lloras!

Tu frágil cuerpo de cristal transparente, pequeñas porciones violeta de incomunicación apacible; conmocionados, los demás, damos vueltas sin pensar, por el carrusel colapsado caballitos muertos, que huelen mal y están dentro, muy dentro, de tu difícil cuerpo, que inútilmente se esconde, cuando no comprende mi mente en movimiento y mucho menos al parar.

En las camas, nuestros cuerpos dibujados y fácilmente reconocibles por su ausencia, se destrozan, el uno al otro, arrancándose las uñas y gimiendo por placer, cuando el día oscurece y las manecillas del reloj se han movido, muchas veces, muchos segundos, voy callado hasta tu cuerpo, para darle explicación; el silencio, absorbente, nos hace desaparecer, poco a poco y sin vuelta atrás, sin rotación.
... mientras, el tiempo cambia: y hay miradas que sortean mis ojos, como yo cuando me miro al espejo y no veo nada excepto a mi. Como yo cuando reboto en las esquinas, donde estuve antes y ahora no quiero estar, como tu cuando evitas tu cuerpo, como tu al no pensar. Así el tiempo cambia y nuestras palabras se hacen más lejanas, los recuerdos: presentes y las caricias no están. No han cambiado muchas cosas.


Cuando no me soporto me alejo de mi, siempre y cuando me haya descuidado, para no verme escapándome, escurriéndome hacía cualquier otro lugar.

Debimos desconectar los cables en casa, apagar las ventanas y las luces de color, cerrar la llave del gas, para no morir intoxicados, escuchando voces movedizas, perros ladrando hacia su interior y un bebé en un coche antiguo, que aparece repentinamente, sobre todo en estas olas ensordecedoras de calor.

No escucho nada por favor.

Las nubes son agradables al acercarse a mi ruidosa ventana ensordecida, por mi sordera. Los días son noches y las noches mar, el mar llueve, se va, volando por ahí, como un jinete vagabundo en busca de su corazón, en tiempos de ahogo y soledad, cuando nadie espera nada.

Yo me ahogo; cuando la soledad duele, cuando la soledad es violeta: tus manos son como ventanas, (hermosas ventanas de estilo francés, de vidrio pulcro y con identidad), rotas, en mil: fingidas y punzantes puntas, acicalando tu piel felina, recorriendo tu cuerpo tres veces, hasta llegar a tu corazón.

Yo me ahogo con entusiasmo,
porque sueño con resucitar.
Yo me ahogo de cuerpo entero,
menos mi brazo izquierdo,
por superstición.

Yo me ahogo por experimento,
por falta de fe y por esperanza;
porque de niño no supe ahogarme y
ahora quiero recuperar el tiempo perdido.

Y ahí va mi dedo entre las aguas, separado del resto de mi cuerpo entero, esperando por mi, mientras yo lo espero, sentado, junto a lo que creo que queda de mi cuerpo entero.

Algunos lo llaman problemas de comunicación y se van corriendo por ahí, como asustados, en reversa y sus caras hacen brotar sus ojos y sus pómulos cansados simulan la descomposición. Todo es verde, azul, negro (de oscuridad), sus cuerpos van y se destiñen, algunos afortunados logran escapar con un tiro en la cabeza, otros explotan y ya está, explotan y ya está.

Aunque no esté; yo me ahogo: para escapar de la superficie de las personas; porque me asustan los automóviles estacionados, porque me parecen en movimiento, porque las máscaras se vuelven comunes y ahora se me aparecen todos disfrazados, contando historias ambivalentes, que lo único que me logran hacer, es entender el significado de un perro, de las personas y de la falta de amor.

La soledad sigue siendo violeta cuando me paro delante del redundado espejo, menos cuando me muevo, como si mi cuerpo convulsionara, en ese momento está todo bien; pero soy despistado y me ahogo, porque el agua entra por las narices y me imagino que puedo descifrar su olor.

Siento que se me resbala la piel de placer, que mis músculos desnudos se visten de blanco, en forma de celebración y que toda la gente: desnuda, mi cuerpo, estalla, continuado de severas detonaciones que matan a todos, para que no haya un final feliz.
Soy como el agua: entre los dedos.
Autoinmoviles de fuego.
La superficie de las personas.
En verano, el verano se parece al infierno.

"Todo el conocimiento, la totalidad de preguntas y respuestas se encuentran en el perro." kafka
y fue entonces cuando dios decidió largarnos de nuestra casa, hacia el paraiso y todo cambió. Sambullido en mi cabeza

adan y eva escaparon del paraiso. Aventuras faciales.
Alternas.

Nublado. Como extrañas pupilas danzantes, después de haberte estimulado. Como paraguas que llueven sin cesar, porque es todo muy aburrido en los días nublados, si las cosas andan mal.

Caminé por tu frontera musical y descubrí tu bailabilidad, tus gestos y sonidos arriesgados, que siempre escucho cuando no pienso en ti, cuando estás sentada entre mis ideas y te vas, simplemente te me vas.

Balas y números al revés, sacerdotes, prostitutas sustitutas, pesadillas incompletas y personas inútiles: se sacrifican una a una, en el baño abandonado, de alguna casa antigua, donde todo huele mal.

Las cabezas, por lo tanto, se separan bruscamente de sus puercos, cuando cosas feas suelen suceder.

Acaso, sientes que alternas?
Yo me preferiría alterar.
La sandia como animal de verano.

Cuando Lila sonrío, (dibujando a lápiz las palabras, de manera artificial, en la blanca pared que resguarda por los que sienten) cuando supo caminar descalza, por los lugares dejados entre el renglón de un cuaderno a medio terminar; las cosas se dieron vuelta y miraron hacia la pared, porque preferían no escuchar, cuando no hacíamos el amor.

Es sorprendente poder sentarte en el balcón, rascar tu cabeza por segundos, abrir la ventana, pintada de un triste celeste que se glorifica para la ocasión. El reloj de arena deja de correr, Lila, sentada frente a él, escucha la caída de sus liliputienses insignificancias, sus granitos; agacha su cabeza, todo se ralenta, cierra sus ojos muy fuerte como rocas y trata de escapar de la puerta al ser tocada por la policía federal. Nadie escucha el reloj de arena, que suena sin parar, todos preocupados se preguntan qué demonios pasó con el pasado.

Algunos dicen que fue un castigo divino, para gente de verdad, de esas gentes que cuando las matas, mueren y retuercen sus cabezas, se desnucan y así van por las calles, simulando raciocinio y sentido no animal. Las encuentras en los espejos, justo antes de buscar, antes de que pienses que existen, antes de saltar por el balcón que examinas mientras lees cosas raras, y te intentas suicidar.

Algunos prefieren ocultarlo, a la hora de dormir, porque cuando sabes lo que la gente trata de hacer a través de su ventana, de su puerta y de su piel: sinceramente necesitas dispersarte para no llorar los riñones, para no morir de dolor.

A mis veinticuatro años sentí que mi padre era un tipo extraño, corté mis pantalones para no caminar y ahora las estatuas a mi alrededor, miran hacia las paredes, que de repente me parecen encerrar.

Qué crees que vi cuándo te vi?
Qué crees que vi cuando te vi?

No recuerdo nada más de Lila, después mató a su sandía, para hacernos a todos llorar.

A Lila se le congela la vista, pero no deja de escucharnos sonar. Extraña algunas palabras, no todas, alguna caricia, alguna mirada, alguna estupidez.
Episodios breves de fragilidad mental.

Venoclisis;

De a cinco pedazos repartían los cerdos vagabundos, cazados para las festividades de fin de año en Ninguna Ciudad(No City). En Ninguna Ciudad, las personas vendían sus almas y dedos al mejor postor; peinaban sus cabellos de maneras extrañas, simulando la libertad, descuartizando el horizonte moral de aquellas personas del pasado. El pasado, en Ninguna Ciudad, existe; lo juraría por mis miedos, por mis apestosas zapatillas y por mi ignorancia.

En Ninguna Ciudad las personas aprendieron a convivir con el aire entre sus venas; se inyectan inmundicias para sostener una conversación, de la manera en que lo hacen los correctos. Los demás son iguales, en Ninguna Ciudad se destiñen los días con la fragilidad mental de pimpinellas mecánicas, que retuercen, en las nubes, tus recuerdos al pasar... desapercibidos.

Los ríos se confunden con los fétidos olores de los cerdos vagabundos, el mestizo e impreciso sentido del humo, el sueño de acabar con los pies sobre la tierra, pedaleando al revés, en circunstancias ajenas, a los miles de motivos que te han traído hasta aquí. La gente navega, oscila entre el bien y el mal, algunos están más allá, a orillas del fétido olor de los cerdos vagabundos, que emana del río. En cuestiones de sinceridad, jurarían, miles de ellos, conservar la esperanza, junto a autistas miradas, en búsqueda de atención.

Son caballos misteriosos, cegatos; caballos escarlata, de terciopelo manipulado, situaciones extrañas, cosas de no fiar. Millones de mentiras, disfrazadas de incertidumbre, caos y cuestiones perturbadoras, que la gente inconscientiza, antes de convertirse en gente.
Tripolaridad en los imperfectos, algunos tipos terrifactos

Con un puñado de aire vacío entre las manos, sintiendo suavemente sus caricias al resbalárseme entre los dedos, pensé, reconociendo cada uno de los pedazos más chicos de el callejón donde estaba, a punto de correr, pero detenido en el tiempo, para siempre, por un maldito puñado de aire, sonando, vacío, en mis manos, escurriéndoseme la vida... entre los dedos, como de costumbre.


Por el agujero de mi cabeza, que da a la parte de arriba de mi cuerpo entero, me expulsé. Me mandé a dar unas vueltas, tal vez a mirarme desde lejos, o desde aquí, a mirarme más allá de donde me quedé cuando me expulsé y me mandé a dar una vuelta, por el agujero de mi cabeza, que da a la parte de arriba de mi cuerpo entero.

Me pregunto si fue suficiente todo lo que fui capaz de recolectar para ti: sonidos terríficos, cabezas de seres vivos que están muertos, partes oscuras de mis pensamientos, arcos iris, desodorantes para el mal olor, olores: para sentir; y los átomos de nuestro cuerpo, los que perdemos al deshacer el amor y destruirnos la soledad, se van volando por la ventana que da a la calle donde caeremos, si no dejamos de intentar volar con desesperación.

Siempre me costó demasiado separar mis ideas, pero te he visto divagando, por alguno de los televisores desconectados que hay en casa. Repites las mismas palabras, las mismas miradas y las mismas estúpidas sonrisas vacías que llenan tu corazón... vacío. Tormentas y cerdos en descomposición, manchando sutilmente el tapizado de las cosas que miras mientras piensas en mi, de tus dedos y de tus distraídas piernas, siempre ausentes. Pásome la lengua por los labios, sonrío y sigo escribiendo.

Mis amigos empezaron a hacer cosas distintas, me sigo cepillando los dientes, sonriendo sin necesidad y a veces pierdo el control por momentos, llegando a rozar la nulidad física de mi cuerpo y creyendo alcanzar las alturas, sentado en los jocosos sillones celestes, tirados en el piso, debajo de mi cuerpo, en casa.

Mis no amigos no permanecen, continúan omitidos de mí, caminando por algún lugar, exactamente igual que las demás personas.


Los colores colectivos se dispersan y sólo quedan en el aire, estelas rotas en pedazos invisibles, que se llevan lo que queda de nosotros, justo después de deshacernos, por las noches, al dormir, cuando todo parece tranquilo y nuestra familia simula descansar.

No tememos mascotas en casa, ni las tenemos.
Buay lan .jhn
Me importa un comino mi aparente estabilidad; sé que muchos desearían mi piel, atrapándola al volar, al dormir, al caminar. Mi piel conoció lo que yo nunca conocí, es todo tan confuso en estos últimos días, que mi mente se adecua, lentamente a la soledad, ha vuelto a ser todo como antes y el sueño, nuevamente, se empieza a perder.

Te veo y escapo, porque no escapar es incorrecto. Hay idiotas accidentados que, incorrectamente politicos se hacen mierda en los calzoncillos. Sabes algo? Tu mamá también!

Gracias a dios, a las tormentas y al nada que hacer,
Esperé ser toda mi vida, creí ser todo el mismo tiempo.
Efervescer
(como algunas personas)

ritmos bailan en mi habitación cuando estoy a solas, cuando estoy agotado, deben ser sólo palabras tratando de agarrarme las piernas para no correr, cuando decido correr. Palabras en español.

No hay nada para decir, es un momento en mi vida en que las palabras realmente están de menos, no existen, efervescieron de mi vida y de mi manera de actuar, junto con mi vida y mi manera de actuar.

Descuidé por instantes la realidad, efervescía y efervescía sin conseguir acomodarme, en los momentos complicados rascaba mi cabeza, como queriendo encontrar algo, ahora estoy de acuerdo con los espejos y todos los malditos objetos que sean capaces de reflejar a la gente en las calles de buenos aires. Aprendí a no temerle a las cosas que se acercan gradualmente a mi cuerpo, a las personas que se acercan gradualmente a mi cuerpo... a los cuerpos que se acercan gradualmente a mi cuerpo. Llené mi estómago de estimulación, mi mente de pensamientos y los pedazos vacíos los reemplacé por pedazos vacíos, pegados al revés. Todavía no he podido dormir y sigo esperando que resucite el tipo que está muerto, en algún lugar de mi habitación.
problemático
De manera apretada me di cuenta de que mis manos se aproximaban a mi rostro, a toda velocidad, sin contemplación de mis pensamientos, sin mi agrado, ni mi necesidad. Esta vez no era común repetir tantas palabras delicadas a medida que iba cayendo al piso; cuando creías suspenderte en el aire, eras parte de mi imaginación.

A través de los años aprendí muchas cosas similares, no siempre todo va en la dirección correcta y muchos objetos deciden suceder, necesitan pasar... y pasan.

Estrellarte de nariz en tu mano no es algo consecuente, nada común para las personas, (se repiten sonidos esquivos; me ahuyentan del lugar de mi casa, que se utiliza para dormir.)

En el espejo se ven siempre dos imágenes (espejadas) de la misma persona acercándose a mi, la de un lado explota y la del otro no. Mi cuello no entiende de la razón, mis huesos no son tan frágiles como antes y las personas que están de más: van por la calle manteniendo conversaciones intrincadas, revolviendo su estómago y pintando su cara de manera confusa. Yo me escondo detrás de los cerros para examinar mi nivel de ausencia, también soy confuso en mi acceder y cometo muchos errores espontáneos que a veces me han desgarrado pedazos de la piel. Yo voy por ahí dando vueltas por las mismas avenidas, de cabellos oscuros y nervios afilados, de aspecto borroso, de lógica: problemático.

Ps: creo que puede haber sangre en mi nariz, de tan sólo pensarlo, pero ahora estoy aburrido y no pienso en nada más que en dormir, por eso también confío en que puedo dormir, de tan sólo pensarlo.
.jhn

y me deshago en cosas que, a lo lejos, parecen ser pedacitos de mi.
Disparábalas.

Escuchas algo?

Simbiosis es una palabra que siempre me gustó.

Suelo apreciar los pocos momentos que me hacen feliz; me encadeno traicioneramente a las cosas que luego recordaré con ahínco.

El miedo, las personas y el rock’n’roll están por volverme loco.

Empecé a perder personas hace unos días; personas que quisieron perderme, sigo sin saber por qué. Yo simplemente me quedé sin palabras para describir lo que sucedió.
El cerdo.

Se aprovechan; los ficticios personajes que empiezan a salir de las paredes de mi habitación; de mi cuerpo en dos pedazos y las cosas dentro de él, de que tiemblo, de que amo, de que tengo todo en dos hemisferios, en mi mente, muy calladamente y al revés.

Retrocedo deslizando mi cuerpo erecto sobre el piso, sin poderme mover, personas superficiales observan atentamente, con sus bocas abiertas, hasta que miles de moscas comienzan a aparecer y sólo entonces dejan de existir. Yo me sigo deslizando, con mi cuerpo erecto sobre el piso, sin poderme mover y las personas superficiales vuelven a aparecer, con sus bocas confunden todo, todo lo confunden, maldición.
TODO LO CONFUNDEN!

El cerdo no dice una sola palabra, espera al perdedor para llenar su violenta barriga hasta hacernos vomitar.

Se me implotó, mi cabeza; el corazón, minúsculo.

Siento hambre y ganas de desmayarme, ganas de correr, de abrirme la cabeza y despegar, desfragmentando mis pupilas, mis ideas y la parte de mí, que se encarga de amar.

Desaguarme, confluirme.

Las estrellas en el cielo y el cerdo por doquier.


yo: por donoquier.

.jhn, in the sky with lucy... on cybiclettes.

Calipedia.