Monday, February 18, 2008

Las cosas deberíamos flotar.
Cuando niño, algún niño me dijo en silencio
Gravitacionar en aspectos deformes, enormes pedazos de lienzo, atrapando tus trazos, gimiendo al saberte muerto, al saberte muerto y pintar.

Que bien que suenan los relámpagos(1), “la puta madre” y las palabras que de la boca no salen, cuando necesitan salir. Como artefactos livianos y de calcinante arista, que te rompen los sueños, cuando estás por dormir.

El mundo sonríe delante de mi, jesuses de plástico en cada esquina, sangrantes cruces sobre sus espaldas, golpes fuertes contra mi cabeza, cabezas rotas y en descomposición, rojo, verde y azul, círculos que se me forman cuando me consigo desvanecer.

Y así somos yo y mis amigos, tipos simples de unas cuantas cervezas, mentes dignas de algo.

(1) los relámpagos no suenan.




“Cuando el hombre quiso imitar el andar, creó la rueda, que no se parece en nada a una pierna.”

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