Monday, February 18, 2008

La sandia como animal de verano.

Cuando Lila sonrío, (dibujando a lápiz las palabras, de manera artificial, en la blanca pared que resguarda por los que sienten) cuando supo caminar descalza, por los lugares dejados entre el renglón de un cuaderno a medio terminar; las cosas se dieron vuelta y miraron hacia la pared, porque preferían no escuchar, cuando no hacíamos el amor.

Es sorprendente poder sentarte en el balcón, rascar tu cabeza por segundos, abrir la ventana, pintada de un triste celeste que se glorifica para la ocasión. El reloj de arena deja de correr, Lila, sentada frente a él, escucha la caída de sus liliputienses insignificancias, sus granitos; agacha su cabeza, todo se ralenta, cierra sus ojos muy fuerte como rocas y trata de escapar de la puerta al ser tocada por la policía federal. Nadie escucha el reloj de arena, que suena sin parar, todos preocupados se preguntan qué demonios pasó con el pasado.

Algunos dicen que fue un castigo divino, para gente de verdad, de esas gentes que cuando las matas, mueren y retuercen sus cabezas, se desnucan y así van por las calles, simulando raciocinio y sentido no animal. Las encuentras en los espejos, justo antes de buscar, antes de que pienses que existen, antes de saltar por el balcón que examinas mientras lees cosas raras, y te intentas suicidar.

Algunos prefieren ocultarlo, a la hora de dormir, porque cuando sabes lo que la gente trata de hacer a través de su ventana, de su puerta y de su piel: sinceramente necesitas dispersarte para no llorar los riñones, para no morir de dolor.

A mis veinticuatro años sentí que mi padre era un tipo extraño, corté mis pantalones para no caminar y ahora las estatuas a mi alrededor, miran hacia las paredes, que de repente me parecen encerrar.

Qué crees que vi cuándo te vi?
Qué crees que vi cuando te vi?

No recuerdo nada más de Lila, después mató a su sandía, para hacernos a todos llorar.

A Lila se le congela la vista, pero no deja de escucharnos sonar. Extraña algunas palabras, no todas, alguna caricia, alguna mirada, alguna estupidez.

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