Wednesday, November 21, 2007

PERSONAS MECANINCAS

No las existo.
Veo en la sombras: que faltan objetos; objetos que obstruyan la luz y formen sus formas. Formas de sombra.

Nuestro mundo es oscuro, sin luz no hay sombras, pero estamos nosotros. En los mundos de luz, cuando la oscuridad llega en las mañanas y choca contra las sombras que caminan por la calle, se proyectan en el piso los cuerpos cuyos nombres no interesan pues no se pueden pronunciar.

Y las personas son mecánicas, y se mueven al ritmo de sus sombras, las cosas son muy raras, pero agradables a la vista. Me quedo sentado, contemplando la confusa situación en que me he metido, me asusto y decido terminar de escribir.

Grietas.

No he mentido hace mucho tiempo cuando hablo de mi mismo, me debato entre cortos circuitos en casa y algunas cosas importantes que siempre dejo sin hacer. Debajo de mí los pisos se movían, simplemente se movían.

Mis manos trataron de sujetarlo todo para no caer: para arriba y para abajo, desde cualquier lugar, yendo de esquina a esquina, días de no gravedad, intensos dolores de cabeza y ganas de dormir.

Intentaba conversar con la silla vacía, en la mesa de algún bar esquizofrénico, adornando las calles vomitivas de una ciudad en extinción. A la hora de comer, mis cubiertos volaron velozmente por mi habitación, mientras la luz demarcaba dos momentos en mi vida, de manera constante, repetitiva, blanco y negro por mucho tiempo, vida en cámara lenta, iluminado / no iluminado. No me pude alimentar y todavía mi estómago reclama, simpatía por una parte y un poco de sensatez, cosas que ya no me interesan para nada. Yo me moví de manera impresentable, a punto siempre de desmembrarme, descomprimirme y desnudarme; tampoco nunca caí en cuenta de que todo era en vano, cuando decía adorar los días nublados y la melancolía crecía en el mundo abstracto, dentro de mi televisor.

Pequeñeces como esta hacen que un hombre tome las peores decisiones de su vida, de la manera más estúpida y despiadada, de cosas sin sentido, que se apoderan de ti.

Hay grietas en mis manos, no sangran, pero se agrietan, cada vez más, y dentro todo es más complejo, intrincadas excusas tratando de ser pedidas. Me obligan a arrodillarme, frente a frente (en contraluz), no conmigo.

Con el tiempo.

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