Ilegal.
Que se nos tape la nariz, como puñaladas dominicales, de martes al atardecer; al fin y al cabo existen los estornudos, acompañados de sus bruscos movimientos de cabeza hacia adelante y mocos fuera del cuerpo para liberar la atención, aunque parezca contradictorio.Que se nos tape la razón, para poder estornudar sin preguntas, ni dudas; ni aquellos recuerdos de momentos faltos de claridad y canciones de jimi hendrix; son como himnos en mis encías sangrantes, alguien se despide queriendo escapar de esta ciudad de superstición. Los jueves a la tarde, de tiempo sin perecer.
Nadie conoce mi nombre, a pesar de que me dicen john; se permiten voltear la mirada y viajar, se permiten deshacerse en el mar, eterno como el amor y como la falta de amor para los corazones estereotipados, en un núcleo típico de consecuencias turbulentas, oscuras y sin necesidad. De abdómenes flácidos y sonrisas flotantes, austeras, cabizbajas, como en aerosoles de color; o transparentes como yo... casi invisibles.
Algunos les llaman mochilas emocionales, para mi es simplemente horror.
Otros se cansan de hablar de si mismos, como de un hermano gemelo, que se viste con ropas distintas, propuestas en colores conflictivos.
Otros aman el sonido de los pianos, y detestan sus propias canciones cuando son tocadas por alguien más, me parece que unos escapan en silencio, de estos lares sedientos de mi, siempre compitales.
Vi a alguien sentado, balbuceando cosas aún no dichas, muy difíciles de entender; reinando despacio, con mucha calma, a pesar de lo rápido del mundo que gira a diestra y siniestra, si importarle que podamos salir volando de él, hasta perdernos para siempre en lo infinito del desánimo.
Me atacan los productos de la televisión, los cortaúñas mal lubricados, el silencio de tus labios y mis manos emborrachadas, que de repente se levantan contra mi cuello, provocándome problemas de respiración.
Esta noche amanecemos , iracundos, como embrazados... a punto de detonar, a punto de empujarnos por las escaleras que se inventan frente a mis ojos, mientras tu descansas en paz, sobre tu colchón para dormir... yo escapo de esta ciudad, para no irme jamás.
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