Saturday, June 23, 2007

sí, el río lo sabe.
logré sobrevivir a mis ideas: un sinnúmero de corpúsculos mentales que siempre descolocan mi cuerpo cuando estoy cayendo, desde millones de kilómetros de distancia, hacia un impenetrable abismo de sensaciones.

desperté al lado del infierno, rebuscaba latidos entre mis ropas y un poco de calor para aliviar el frío. las hojas de los árboles parecían hablarme, mientras silenciosamente me mostraban el sendero a las partes oscuras de mi cerebro, esta vez no quise entrar. cerrar mis ojos no fue impedimento para seguir adelante, parecía hacerme más fuerte paso a paso, cada vez más ciego y confundido. un anzuelo entre mis dedos, imaginé. un pez en el anzuelo, imaginé. un sábado en mi interior, imaginé. que estaba cuerdo, imaginé... que estaba cuerdo.

el río me susurró al oído, acarició mis orejas con sus húmedos labios de colores engañosos, me despertó de mi camino a la muerte, para disfrutar de mi sufrimiento. sólo él sabía lo que yo había querido hacer.

yo, ahora arrepentido, enmarcado en el más tétrico cuadro escapista, sin poder moverme; llegué a vivir hasta el instante previo en que la gente muere; llegué a sentir el tirón de la vida luego de haber cruzado la ventana, que da al lado escalofriante de las cosas. el río me escupía con repugnancia. yo había querido morir por sentirme algo perfecto en mi creación, perfecto como máquina, como sistema. creí haber perdido mi lado animal. èl me llevo hasta la entrada de las tinieblas, abrió la puerta: el vacío de humanidad.

al menos creo que regresé del río, y que esto que escribo no es otro producto de mi imaginación.

espero no estar muerto, no sé como podría tomar algo así.

no, no debo estar muerto, algunas cosas no ha cambiado.

jhn.

ps: me he vuelto un tipo sinestésico, el río lo sabe.

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